Nino es payaso de hospital desde hace 13 años, se dedica
exclusivamente a ir a los hospitales de Caracas y hacer feliz a pacientes que
están padeciendo de fuertes enfermedades. Ha inspirado a personas que se han
ido del país y han hecho sus fundaciones para ayudar a los demás.
Antes de decidir dedicarse por completo a esta labor, Nino
era publicista y, al conocer a Patch Adams, el médico de la risoterapia, decide
crear la fundación en 2006. Tenía mucho tiempo queriendo hacer el bien a los
demás y encontró su camino a través de ser payaso.
Comenta que ser un payaso de hospital es muy diferente a ser
un payaso común. Él no puede burlarse de los pacientes, comprendiendo que en el
hospital hay dolor y sufrimiento. En vez de eso, se trata de llevar energía
positiva a estos lugares que tanto lo necesita.
El voluntariado lo ha enseñado a valorar todo: “Me ha
enseñado a valorar las cosas, a valorar la vida… cuando voy al hospital hay
niños que se están muriendo, sin cabello, que han perdido todo físicamente. Les
han amputado una pierna, una mano y, sin embargo, jamás lloran ni se quejan”.
Es una motivación muy grande.
Todos los voluntarios con los que ha tenido el placer de
compartir comparten este sentimiento. “Todos cuando se van me dicen que la
mejor enseñanza está en haber aprendido a valorar la vida, a valorar lo que uno
tiene. Que tienes salud, un papá, una mamá, un hogar… la mayoría de estos
chicos que tienen cáncer tienen una familia disfuncional, son extremadamente
pobres”.
Nino llegó a Venezuela cuando aún era un adolescente,
huyendo de la dictadura en Chile. Se enamoró inmediatamente de este país: “Mi
forma de colaborar con Venezuela es seguir haciendo lo que hago: payaso de
hospital”. Manifiesta que él se siente venezolano y, como tal, se quedará aquí
por siempre.
Con respecto a los voluntarios de esta organización,
comenta: “Nosotros somos cómplices del dolor del niño… sufrimos con él. Si hay
que reírnos, nos reímos con él”. Por lo tanto, quienes trabajan en esta
organización deben ser personas muy sensibles que están siempre en contacto con
sus sentimientos y emociones.
Una anécdota que comenta este payaso de hospital es que al
principio la fundación se llamaba Doctores y Doctoras de la piñata pero, al ver
que la mayoría de sus voluntarios eran mujeres, decide cambiarlo a Doctoras y
Doctores de la piñata.
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